BUSCANDO LA GRAN PEZ | SERCHING FOR BIG FISH
Video
6´22"
2015
-
Finalista en Talent Contemporain de la Foundation Fracois Schneider, Francia
-
Ganador del Premio Internacional de Departamento de Artes Visuales de la Universidad de Murcia España 2015
-
Selección Proyecto Se Alquila 2015 - Guayaquil, Ecuador
-
Realizado en residencia NO LUGAR en Quito Ecuador
-
Proyecto desarrollado en TEC EN ARTE IV - FUNDACIÓN ESPACIO TELEFÓNICA
Un reality apócrifo donde la decadencia de la exposición se transforma en ausencia del ser, donde ya no se tiene y, por lo tanto, no se puede parecer. Según GUY DEBORD, la primera fase de “la dominación de la economía sobre la vida social” entrañó, en la definición de toda la realización humana, “una evidente degradación del ser en tener”. En el capitalismo de siglo XIX e inicios del XX, la capacidad de acumular bienes y el hecho de poseer determinadas pertenencias (cerámicas, casas, autos, etc) podía definir lo que se era. De algún modo, aquellos objetos que componían la privacidad individual hablaban de quien se era. Ahora, sin embargo, en el estado actual de “colonización total de la vida social por los resultados acumulados por la economía”, en la sociedad del espectáculo, en fin, ocurre “un deslizamiento general del tener en parecer”. Es justamente ese parecer, de esas apariencias y de esa visibilidad de donde “todo real tener debe extraer su prestigio inmediato y su función ultima”, concluía Debord. Si no se muestra, si no aparece a la vista de todos y los otros no lo ven, entonces de poco sirve tener lo que sea. En una economía donde los cambios son la única constante, en una sociedad donde cambiar se convirtió en una obligación permanente, verbos como tener, guardar y acumular pierden sus antiguos sentidos. En compensación, mientras la subjetividad parece liberarse de ese vínculo fatal con objetos polvorientos que envejecen sin nunca perecer, otros verbos se valorizan, tales como acceder y parecer. Y también otros sustantivos: las apariencias, la visibilidad y la celeridad.
Programas como “Yo me llamo”, “American Idol”, “Gran Hermano”, “Expedición Robinson”, “Bailando por un sueño”, “Cantando por un sueño”, “Project Runway”, son algunos de los ejemplos. Realitys que buscan talentos (en su mayoría cantando canciones de cantantes famosos), de cambio de look (donde otras personas los asesoran y visten), de encierro (donde se internan con otras personas a vivir durante semanas), de modificación de las casas (donde otros modifican su propia casa), de artistas (donde compiten entre artistas para ver quien gana) y hasta de cirugías estéticas (que modifican sus cuerpos) se esparcen por todo el planeta. Todo plantea un cambio, una rapidez, una imitación, un acceder a otro status, a convertirse en Otro, a modificar su entorno. Paula Sibilia en “La intimidad como espectáculo” plantea que hoy emergen, aquí y ahora, “las tiranías de la visibilidad”. Muchos desean explicar estos fenómenos de exposición de la intimidad como una mera exacerbación de cierto narcisismo, voyeurismo y exhibicionismo siempre latentes. Estas tiranías se acompañan de los procesos vertiginosos de globalización, aceleración, espectacularización y digitalización de nuestro mundo. Actualmente la intromisión en el mundo privado es un hecho que cada día invade mas la televisión y la vida real. La espectacularización de la privacidad es forzada día a día con cámaras de seguridad en las calles, los edificios, las empresas, las escuelas, los boliches. Día tras día, hora por hora, minuto a minuto, con la inmediatez del tiempo real, los hechos reales son relatados por un yo real, a través de torrentes de palabras que de manera instantánea pueden aparecer en las pantallas de todos los rincones del mundo. A veces acompañados de imágenes o videos transmitidas en vivo sin interrupción. Y también, con demasiada frecuencia, no deja de exhibirse en primer plano toda la irrelevancia de esa vida real.
¿Dónde queda el límite de lo público y lo privado?. ¿Qué relación hay entre lo virtual y lo real?. ¿Qué “realidad” decidimos consumir?. ¿Qué espacio para la privacidad hay en nuestras vidas?. ¿Qué contamos públicamente y por qué? “Ser o no ser. Esa es la cuestión”, diría Shakespeare en Hamlet. Retomando a Dubord, hoy en día no hacer visible lo que se tiene, es no ser. Bienvenidos al Show del Yo donde el anonimato es el fantasma que recorre el mundo. Jacques Derrida en “Los espectros de Marx” plantea al fantasma como “esa Cosa que no es una cosa, esa Cosa invisible entre sus apariciones, tampoco es vista en carne y hueso cuando reaparece. Esa Cosa, sin embargo, nos mira y nos ve, no la vemos incluso cuando está ahí. Una espectral disimetría interrumpe aquí toda espectacularidad. Desincroniza, nos remite a la anacronía. Llamaremos a esto el efecto visera: no vemos a quien nos mira.”
Esta visión fantasmagórica me hace pensar en la virtualidad, en esa realidad que existe de manera aparente pero no es real. Juegos de realidad virtual, películas creadas en un entorno real por medio de imágenes de síntesis tridimensionales, juegos de rol via web, reality shows propagándose día a día en las pantallas de todo el mundo, celulares con acceso a la “privacidad” ajena instantáneamente, arte digital creado por computadora, publicidades que muestran cuerpos photoshopeados creando modelos “perfectos” imposibles de alcanzar. Una realidad donde se puede elegir que quiero mostrar, contar, decir, ser. El Otro, ese Otro que deseo, que no soy, que quiero y no alcanzo.